lunes, 24 de noviembre de 2008

El suicidio de un oriental


(Historias en la palma de la mano. Yasunari Kawabata)


Cuando cierra Historias en la palma de la mano es 25 de mayo. Es la tarde. Son 27 años sentados en un silencio de papel. Las últimas palabras orientales le caminan entre los dedos de la mano como hormigas de vidrio verde. Las historias son esclavos minúsculos. Lingüísticos. Ya no trataran de escapar. Las tapas cerradas del libro están abiertas hacia adentro, hacia ese lugar espaciado donde las mujeres duermen en lágrimas y los hombres mueren quietos y de rodillas. El peso del libro sobre las piernas hace presión en la cabeza, y las imágenes se apelmazan en un molde intangible. De fondo, la cara del japonés le sonríe enferma. Se escucha su voz. Buscar tan dentro y tan fuera como sea posible esas xerografías que lo moldearon en carne y hueso. Fotos mentales de cualquier tiempo giran sin orden, arbitrarias, y él gira dentro de cada una. Algunas caen sobre la alfombra y el rueda con ellas hasta los pies del escritor. Se escabulle bajo las plantas de los pies descalzos y sube por el interior para cerrarle los ojos por dentro a este hombre muerto y devolverle la paz que le ha robado la vida.