martes, 7 de septiembre de 2010

Los apuntadores

A Fer y a mi inagotable capacidad para reiterarme.



Contexto: En un país ubicado en el extremo sur del continente americano transcurre el año 2010. En el resto del mundo también.
Empujados por la desesperanza generalizada multitudes de jóvenes y no tanto organizan terapias de choque para combatir el desasosiego instaurado por la falta de futuro producto de los continuos errores socio-geo-políticos del gobierno y también por la falta de fe en cualquier cosa.
Las multitudes de jóvenes y no tanto salen en paseos diurnos a patear palomas en busca de un alivio físico que domestique al menos domesticable estado del alma. También producen pintadas masivas de la cara del general, pero con bigote y sombrero mariachis.
El estado reacciona y por decreto, aunque no hubiera hecho falta tal gesto de autoritarismo porque la oposición completa comprende y apoya la medida en pos de preservar al electorado, decide la implementación del sistema de apuntadores. Sostiene que la desesperanza generalizada y la ausencia de fe no se deberían a los continuos errores socio-geo-políticos, por otro lado inexistentes, si no a la eterna condición del ser humano de reiterar sus falencias en los hechos sucesivos que arman al final una vida. Por esto y sin más decide asignar a cada ciudadano de la república un apuntador: un sujeto que firmemente formado recuerde a quien tiene a su cargo, las respuestas erróneas a situaciones correctas para evitar de esta manera mojar la pata, una vez más, en el mismo charquito.

Caso N° 1

Ciudadano Luis: ya sé Miguel, pero que querés, el frío me pone ermitaño.

Apuntador Miguel: sí, ahora estás ermitaño, pero en unos días cuando llegue la primavera y veas a todas las minitas en la calle, con musculosas y polleritas vas a mirar alrededor y vas a estar solo, y ahí te vas a querer tirar un tiro en las pelotas.

Ciudadano Luis: No seas tan drástico. Me lo decís como si no hubiera hecho todo lo posible para que la cosa funcionara.

Apuntador Miguel: Justamente, no hiciste todo lo posible. Te tomaste el palo con la cola entre las patas, y esa cola te va a salir del otro lado y va a ser lo más parecido a una pija dura que veas en tu vida.

Ciudadano: ¿Podrías no ser tan bestialmente gráfico? A veces siento que lo mejor para los dos sería que me cambiaran de apuntador. No cuestiono el contenido pero la fooorma... ¿Entendés la diferencia?

Apuntador Miguel: Sí, claramente Luis. La diferencia madre es que yo tengo sangre en las venas y vos no. Mirá, mi función no es insistirte ni convencerte de nada. Yo solamente te puedo recordar situaciones pasadas, muy similares a la actual, para que vos veas que seguís siendo el mismo gil de siempre, y que eso te va a sacar verrugas en el culo.

Ciudadano Luis: ¿Entonces qué hago?

Apuntador Miguel: Yo no puedo decirte qué hacer. O a ver, como poder podría, pero no me toca, y además vos sos medio pendejo, si te digo hacé esto vas a hacer lo otro y yo para pendejos ya tengo los míos. (Hace una pausa y sigue) Te tiro las situaciones pasadas de características similares a la actual a ver si te iluminás un poco:

(El apuntador Miguel saca de su maletín una carpeta que dice: Ciudadano Luis. Relaciones afectivas no efectivas. Lee en vos alta)

Situación 1: inicio de la relación, verano de 2007. Final abrupto e injustificado, invierno de 2008.

Ciudadano Luis: lo de abrupto e injustificado sabés que es relativo.

(El apuntador lo mira por sobre sus anteojos)

Apuntador Miguel: Relativo a tu condición de cagón. (Sin darle tiempo a responder prosigue). Nombre de la pareja: Mariana, estudiante de letras. Linda mina, te hace reír. Un poco temperamental. Tajante al momento de las decisiones pero justa. Exigencias medidas, buen trato. Situación detonante de la separación: ella se va a un congreso de letras en Rosario, te avisa desde el micro porque "le salió la beca de estadía y no lo supe hasta hoy". El ciudadano siente falta de compromiso en la relación y una defectuosa comunicación. Por mensaje de texto le comunica a Mariana que se siente poco acompañado. Hablemos a tu vuelta. A la vuelta un monólogo donde el ciudadano arguye distintas idioteces, y que mejor estar solos en lugar de una falsa realidad de pareja. Mariana te mira con los ojos muy abiertos, toma un sorbo de café y ¿estás bien vos? ¿Te das cuenta lo que me estás diciendo? Este congreso estaba buenísimo para mí, y no sabía que iba a poder ir. ¿No te parece un poco injusto? El ciudadano calla. Prefiero que sea ahora que todavía no estamos tan enganchados. Mariana entiende todo, deja cinco pesos para el café. Se levanta y se va. Nunca más se ven.

(El apuntador vuelve a mirarlo por sobre sus anteojos. El ciudadano calla con un gesto de chico injustamente mal señalado).

Situación 2: Inicio de relación, octubre de 2008. Finalización más injustificada que la anterior, agosto de 2009. Nombre de la pareja: Lara. Actividad: jefa del área de relaciones laborales de una fábrica de aceites. Datos especiales señalados: 5 años mayor que el ciudadano.

(interrumpiendo la lectura)

La verdad que a las minas no las entiende ni su vieja eh, porque esta también, linda chica, una vida casi hecha y encargarse de un tibio como vos...

Ciudadano Luis: Mirá Miguel, yo hago lo que puedo.

Apuntador Miguel: No Luis, casi nunca en la vida hacemos lo que podemos. En general hacemos lo que sabemos hacer, lo que nos enseñaron, lo que es más fácil o rápido, lo que vimos hacer a otros el día anterior. Pero de ahí a lo que realmente podemos hay una distancia gigante. Bue... sigo.

Situación detonante: el ciudadano propone a la pareja convivir en su casa porque siento que nos entendemos y que estaría bueno dar ese paso. Sí Luis, a mí me encantás, pero creo que necesito un poco más de tiempo. ¿Tiempo para qué? Bueno, no sé, todavía quiero un rato más para mí sola ¿entendés? Levantarme algunas mañanas despatarrada en la cama, pavadas. (En un intento de ser gracioso) Si es por la cama podemos comprar una king. (Ella se ríe enternecida) Sí, de una, a ver, me gusta lo que me decís y es una idea común, pero necesito un rato más así como estamos. ¿Me entendés? Sí, creo que sí. Esa noche el boludito sale con sus amigos y se mueve a una morocha que en sus palabras: "no podía ni recordar su segundo nombre". No contento con esta idiotez, se plantea el desafío aún mayor de superarse, va y se lo cuenta a Lara. Sos un pendejo Luis. Andate. El se va sin intentar nada.

(Pausa en la lectura. Mirada en el papel. Y sigue)

Situación 3.

(El ciudadano, interrumpiéndolo). Ok, basta. Ya entendí.

3 comentarios:

AbuelaMo dijo...

es excelente!!!

||||| dijo...

que paso con la autora del blog...
buena literatura encerrada en una persona que se dio cuenta que en realidad "porque mostrarle esto a todo el mundo si en realidad lo hago para mi?"

Bel dijo...

Este es uno de los que más me gusta.
Los de las hormigas me sonaba haberlos leído; tienen un plus en el escenario que los hace mucho más interesantes.
Escribís muy lindo!
Belén