lunes, 16 de marzo de 2009

Y después... Qué importa el después

Lo primero que hice después de matarme fue sacarme los zapatos y respirar. Tardé en darme cuenta que sentía la pared fría en la espalda y la mano derecha mojada con sangre. Tardé un rato más en darme cuenta que todavía sentía.
No recuerdo exactamente el momento de mi muerte mas estoy seguro que las imágenes vendrán si permanezco sentado durante cinco mil años o más.
Prometen la eternidad a los muertos y ahora que soy uno de ellos no anhelo lo perenne. En absoluto. Pero desde esta quietud que no exaspera busco los signos que distingan mi infinitud de todo aquello que se quebraba por estar destinado a terminarse. No sabría decir de qué material estoy hecho ahora que a la vida la veo como a un negativo velado. Pienso que ahora que el tiempo es infinito no hay unidad para medirlo. Y yo, que aún muerto sigo siendo humano, entiendo que si no puedo medirlo no existe. Y si no existe el tiempo ya no sé dónde existo yo. Habré dejado de existir.